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“El momento de los disparos no me generó miedo, pero sí angustia por la presencia de tantos niños. Lo que me impactó fue cómo se organizó el público para salir. En medio de una multitud de 20 mil personas, uno se imagina una estampida de gente corriendo por todos lados. Sin embargo, todos se retiraron en forma pacífica, en silencio y llorando. Había rondas de 15 o 20 personas, agarradas de las manos, que rezaban por Trump. Predominaba un clima de tristeza”, le cuenta a Clarín Pia Meritello (56), la argentina que fue testigo del atentado a Trump en pleno acto de campaña.
La curiosidad y la cercanía, quizá también su vasta experiencia como productora de servicios freelance (trabajó en conciertos internacionales como el de Coldplay que se realizó en La Plata, en 2016), la llevaron hasta el escenario donde se desarrolló el hecho que repercutió en todo el mundo.
Es que el día antes al «rally» de Trump, Pía había desembarcado en el pueblo de Butler, en Pensilvania, donde su marido Jeffrey Neal (62) –a quien conoció hace 8 años en una playa de Florida– tiene una casa familiar. La residencia está ubicada tan solo a 20 cuadras del recinto ferial en el que se celebró el evento. Recibió la invitación y no dudó en asistir.
Lleva una vida itinerante. Su hija y nieto viven en Barcelona y su esposo americano en Pensilvania.
“Estar allí presente me parecía un experimento social, me interesaba este fenómeno para poder ver cómo era y qué tipo de gente seguía al líder republicano. Me despertaba curiosidad ese fanatismo. Era llamativo que estuvieran ahí como en un acto de fe”, responde ante la consulta de Clarín.
Trump es asistido por el servicio secreto después del disparo que recibió durante un acto. Foto AP“Fui pensando en que me iba a encontrar con el corazón de Estados Unidos y no fue así. El público era muy ecléctico. Había gente de todo tipo, sobre todo familias y niños. Incluso, muchos ni siquiera eran republicanos sino que eran seguidores de Trump”, describe.
La espera fue larga. En medio de una fila estática, aguardó su turno desde las 9 hasta que abrieron las puertas, cerca de las 13.30 horas, bajo un sol rabioso. “Esperaban la llegada de Trump con una devoción que me cuesta ilustrar. Lo idolatran de una forma muy particular, lo asocian con un rockstar. Todos tenían una gorra, visera o remera de merchandising; se percibe un núcleo de pertenencia”, recuerda.
El momento de los disparos
Al compás de “God Bless the USA.”, el ex presidente Donald Trump salió al escenario para saludar e iniciar su habitual discurso de campaña que duró poco más de cinco minutos. Fue interrumpido por los disparos del tirador Thomas Matthew Crooks quien abrió fuego desde un techo con un rifle AR-15.
Pía estaba parada sobre una de las 1.500 sillas ubicadas frente al atril, a 15 metros del líder republicano. Antes del ataque, estaba filmando y registrando el evento al que, según sus estimaciones, habían concurrido cerca de 20.000 personas. A su izquierda, estaba la tribuna vip donde impactó uno de los disparos.
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Pía Meritello estima que había unas 20.000 personas en Butler, Pensilvania.
¿Cómo fue ese momento? “Trump estaba mirando hacia el público, explicando datos demográficos de la migración de los últimos años. Cuando gira su cabeza hacia la pantalla de la derecha (había también una a la izquierda) para señalar una gráfica de barras que mostraba un repunte en los cruces ilegales en la frontera durante el mandato de su rival, se escucha el primer disparo. Pensé que era un petardo porque no fue un ruido ensordecedor. No entendíamos lo que pasaba. Luego, siguieron otros dos”, recapitula.
Y sigue: “Cuando se fue para abajo pensamos que lo habían matado. Si no hubiese girado la cabeza, probablemente el tiro le hubiera dado en la sien. La mayor cantidad de gritos que se escuchaban provenían de la tribuna que estaba detrás del podio. Pero después, el servicio secreto nos hizo señas con los brazos para que todos bajáramos al piso y lo vimos levantarse sangrando. La bala atravesó la parte superior de su oreja derecha. Levantó el brazo con el puño y creímos que nos estaba diciendo que estaba bien. Si bien no se escuchó, un amigo me dijo que en sus labios se leía fight (pelea). Todos estaban muy conmocionados”.
Entre las cuestiones que llamaron su atención, Pía menciona el sistema de seguridad. “Cuando entramos, inmediatamente vimos dónde estaban los francotiradores del servicio secreto. Los veíamos desde el público a simple vista. Con lo sucedido, es llamativo que no hayan visto al tirador. Además, en el ingreso había una lista de restricción de las cosas que no podías llevar y te revisaban con un detector de metales”, subraya.
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Pía Meritello fue una de las asistentes al acto de campaña que hizo el ex presidente en Pensilvania.
“Yo le avisé a la policía y no me prestaron atención”, decía parte del público que aseguraba haberlo visto en el techo porque la tribuna vip estaba a la misma altura que el techo de los tinglados donde se supone que estaba el atacante.
“Cuando entró la policía corriendo, pensamos que estaba persiguiendo al tirador, pero había ingresado para sacar a los heridos. La persona que falleció, Corey Comperatore, un jefe de bomberos de 50 años, quedó tendida en la grada hasta que llegaron los paramédicos”, recuerda.
Durante la evacuación, algunas personas responsabilizaban a la prensa de los hechos. «Por favor, que nadie se exalte, están tratando de violentarnos para que se genere una revuelta”, vociferaban entre el público.
¿Qué sensación te deja lo vivido? “Creo que lo que pasó lo coloca en el rol de futuro presidente una vez más, lo ubica en un lugar de superhéroe, sobre todo por ser una persona tan idolatrada”, analiza.
MG