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21 septiembre, 2024

Castigo papal a Alberto Fernández, el sonajero que despista de Facundo Manes y una ley que tambalea

El factor humano hace tambalear prórroga de impuestos

El colapso de salud del jefe de la bancada cristinista del Senado pone en duda que la cámara sesione esta semana para aprobar la prórroga de impuestos, que viene de Diputados con voto dividido de la oposición. Esto implica que el oficialismo está forzado a juntar el número del quórum.

La ingeniería social de la política ha buscado disminuir la injerencia del factor humano en las decisiones públicas. Es inevitable que una circunstancia personal como es la salud de José Mayans haga tambalear los proyectos de un oficialismo en problemas. El nuevo Consenso Fiscal que debe aprobar el Senado desfigura el formato heredado de los acuerdos Frigerio-gobernadores, anteriores a 2019. Habilita aumentos de tributos, pero en Diputados salió por apenas 136 votos afirmativos (7 por sobre el quórum de 129). Tuvo apoyos de la oposición porque permite que las provincias puedan renegociar deudas.

Alberto Fernández con el senador José Mayans.

Por ahora, con el voto ajustado también por el factor humano, el Consenso Fiscal que se iba a aprobar esta semana corre peligro de demorarse. Es grave para quienes gobiernan, que tienen que habérselas con una coyuntura financiera complicada que es ocioso explicar. Ocurre a un año de las elecciones generales de 2023, que la oposición se prepara para ganar y el oficialismo se alista para aguantar. En esta transición habrá revisión de esquemas fiscales como el que propone el gobierno en este tramo final. Lo opaca la falta de acuerdo dentro del oficialismo sobre la agenda económica, con Alberto y Massa imponiéndose por sobre Cristina, que rechaza las medidas, en particular el acuerdo con el FMI.

Macri, como si fuera a gobernar

La transición política de 2023 le pone fragilidad a cualquier reforma aprobada con pocos votos. Son cambios que deben resistir al tiempo. Ya peligran los fondos atados a impuestos, que un eventual gobierno de la oposición puede revisar, como bienes personales, el tributo a las grandes fortunas, al cheque, retenciones y cepos.

Mauricio Macri, que no es candidato, pero hace cosas de candidato, se enfrascó en la definición de proyectos de reforma fiscal el jueves pasado, junto a su mentor en estos asuntos Luciano Laspina, y alguna personalidad descollante del tributarismo argentino. No damos nombres porque aquí se respeta el secreto fiscal.

En esas discusiones se habla de reforma fiscal, incluyendo, en caso de alcanzar el gobierno, una nueva ley de coparticipación. Parece lo más difícil de lograr porque la Constitución de 1994 ordenó ese debate, pero puso la condición de que ninguna provincia puede recibir menos que antes (Cláusula transitoria 6ª). Sólo la Nación puede ceder, pero para un gobierno no peronista sería un paseo, porque en los planes que discurren entre sus expertos está ceder “copa” a las provincias a cambio de otras reformas. Por ejemplo, eliminar Ingresos Brutos y reemplazarlo por un impuesto a la última venta. Si les ceden porcentajes de coparticipación, todos los gobernadores levantan la mano para aprobar esa eventual reforma.

La salud de los enfermos

Donde el factor humano opera fuerte es, además, en el caso de Claudio Moroni, uno de los ministros del círculo estrecho de Alberto Fernández, a quien hostigan más desde el oficialismo que desde la oposición. Los argumentos en su contra son tan variados como las tribus que integran la coalición, pero todos se ceban por la salud del ministro.

Las causas de su salida del gabinete obedecen más a ésta que a su gestión, que no es ni mejor ni peor que la del resto del gobierno. Más de lo mismo: la ministra de la Mujer privilegió el interés privado de sus defendidos como abogada, por encima del interés público del cargo -es comprensible que elija entre un trabajo y el otro-. Elisabeth Gómez Alcorta se va porque entiende que las prisiones mapuches son una violación de los derechos humanos intolerable. Pertenece al ala antipunitivista del derecho, como Eugenio Zaffaroni y el Papa Francisco. También se entiende.

Los aviones se quedaron en tierra 

¿Merece un presidente un encuentro con el Papa si media alguna santidad? Francisco consideró que sí en octubre de 2016, cuando se canonizó al Cura Brochero. El privilegio para la Argentina de tener su segundo santo -después de San Héctor Valdivieso- incluyó una entrevista del Papa Bergoglio con Mauricio Macri y toda su familia. Duró una hora y fue el segundo encuentro que mantuvieron estos dos hombres de estado, que coincidieron en temas fundamentales – el rechazo del aborto y el auspicio a la economía popular.

Alberto Fernández sondeó hasta último momento si Francisco lo recibiría este domingo, cuando canonizó al enfermero rionegrino y salesiano Artémides Zatti. El mensaje que recibió Alberto fue “- Hay tan poco de qué hablar…“. Tampoco tuvo respuesta el canciller Santiago Cafiero, cuya secretaría buscó pasajes hasta último momento para estar allí.

Para Alberto es un castigo que vaticanamente se entiende: ha puesto de superministro a Sergio Massa, que conspiró contra Bergoglio cardenal y que el Papa no ha olvidado. Una provocación. En el caso de Cafiero es de rebote, porque no le alcanzó con el apellido (que proveyó dos embajadores en el Vaticano). Ha quedado en un purgatorio después de que apoyara la despenalización del aborto en su calidad de “oveja negra” de su familia, según confesó en su momento. El avión se quedó esperando, como el domingo anterior, cuando estaba alistado para llevarlos a Alberto y a Cristina a Brasil a festejar el triunfo de Lula en la primera vuelta en Brasil, que nunca ocurrió.

Manes, a prueba de liderazgo

Hay nervio en el radicalismo de la provincia de Buenos Aires, que el próximo viernes tiene el vencimiento de la presentación de listas para la renovación de autoridades. Hay ánimo de no ir a las urnas, y que haya lista de unidad de las tres tribus que se reparten el comité: la de Maxi Abad, la de Gustavo Posse y Evolución, que encabeza Pablo Domenichini. Un Manes candidato presidencial tiene que probar que es líder en su distrito, Buenos Aires, y que se pone por encima de las partes para conciliar en beneficio de todos.

Facundo Manes. Foto Juano Tesone.

En alguna charla con Posse, Manes se mostró flexible, al reconocer que el año pasado fue su debut en peleas partidarias, pero que ahora tiene más experiencia. En la última interna, el radicalismo movilizó 120 mil afiliados, y discutieron el resultado que dio, oficialmente, 51% para Abad y 49% para Posse. Domenichini ya aceptó que haya lista única con Abad a la cabeza.

Posse reclama posiciones que le reconozcan que tiene el 49% del partido y el voto en la Primera Sección Electoral. Abad quiere unidad pero que nadie pierda posiciones. Ahí están, y no es una jugada local. Repercute en el escenario grande, porque la disputa Abad-Posse ya hizo que fueran divididos a las PASO del año pasado. Este factor contribuyó para que Diego Santilli le ganara a Facundo Manes en la disputa de candidaturas a diputados (60,37% a 39,66%).

Buenos Aires y Córdoba, laboratorios para la unidad

Posse desafía a Abad-Manes para que en 2023 no se repita la ausencia de listas radicales en por lo menos 45 distritos de la provincia. Posse no le teme ir a una interna en la que aspira a estar en la lista que encabeza la tira, que es la de candidatos a delegados al Comité Nacional de la UCR. Es el sanedrín que integran quienes eligen y pueden ser elegidos presidente del partido. La estética de este juego es interesante porque lograría, en caso de obtener la unidad, algo que cuesta en otros distritos, como Córdoba, en donde Manes va con el sonajero despistando correligionarios.

Es aleccionador leer los párrafos que le dedica Pablo Gerchunoff en su libro sobre Raúl Alfonsín, a la puja en los años ’60 entre el radicalismo de Buenos Aires y el de Córdoba. En los primeros años de aquella década el balance de fuerzas del partido se volcó hacia Córdoba, en donde Arturo Illia ganaba la elección a gobernador en 1962. En 1963 era presidente postergando a Ricardo Balbín, jefe bonaerense. “Córdoba, la antiperonista, había mostrado otra vez las uñas”. (Raúl Alfonsín: El planisferio invertido. Ensayo biográfico, 2022, p. 58).

Populistas, al final son casi todos

¿Quién que es, no es poeta?, se preguntaba el poeta (Darío). ¿Quién que es, no es populista?, cabe preguntarse en estos tiempos cuando el adjetivo de “populista” es más un insulto que un definición unívoca. Difícil no ser –parecer- populista, si esa calificación es consecuencia de la crisis de representación de los partidos tradicionales, aquí y en todo el mundo.

El populismo define una manera de descalificar a una oligarquía por encima de los partidos, y el populista se dirige a los individuos como miembros de un colectivo, el pueblo, víctima de la oligarquía. Es más viejo que el neoliberalismo, pergeño de los años ’90 como rostro latino de los neocón (neoconservadores del ciclo Friedman, Thatcher, Reagan, que derivaron en estas playas en los Pinochet, los Fujimori y los Menem).

Esa crisis habilitó un ciclo en el cual el populista no se presenta como “un político, ni siquiera si tiene una larga trayectoria previa en política, sino como alguien del pueblo, como el verdadero representante de sus intereses frente a la oligarquía” (Ludolfo Paramio, esclarecedor de socialistas en España, leyendo al argentino Ernesto Laclau, becario del cristinismo pre massista). Es contra lo que pelean los “republicanos” de la oposición – Pichetto, Carrió – y alguno del peronismo, como Juan Schiaretti.

El demonio antiliberal

Conviene ordenar las palabras para evitar los juegos semánticos como el invento del “populismo institucional” que imaginó el cerebro saludable de Facundo Manes para definirlo a Macri cuando se salta las formaciones partidarias de su sello, -UCR, PRO, CC- para hurgar en los bajos fondos del inconsciente colectivo de los focus groups. En la superficie hostiga a radicales y a peronistas de su propia coalición.

Como Milei rabia contra la “casta”, palabreja rescatada por el ideólogo de “Podemos” Iñigo Errejón, el amigo de Axel Kicillof, que se apartó de un viaje presidencial para tomarse un cafelito en Madrid. Venía con Alberto de inciensarlo a Putin -otro populista de la más peligrosa extracción, que es el populismo religioso-. Fue horas antes de que la invasión a Ucrania, a la que justifica como capítulo de unan guerra santa contra el corrupto Occidente.

No es nuevo el populismo como rostro de la demagogia antiliberal. Manuel Hedilla, ideólogo falangista, publicaba en los años ’30 en España la revista “El Estado Nuevo” exaltando dictaduras de todos los colores, Getulio Vargas cantaba por el Estado Novo, el peronismo nacía del estado bajo una dictadura y con un jefe que era general de los ejércitos y se preciaba de dialogar con su pueblo desde el balcón mientras le cantaban en la cara “¡Perón, Perón, ¡que grande sos!”. El nuevo estado arrulló el onganiato de la “Revolución Argentina”, en los años ’60 y, se justifica en el siglo XXI con “el cambio dentro del cambio” de la transversalidad peronista. De aquellos polvos, estos lodos, o de aquellos lodos estos polvos, entre los que confunden todos en dulce montón.

La Costa se pone de moda

Habrá también polvo de estrellas en Mar del Plata. Un elenco completo está comprometido a pasar por el coloquio de IDEA; incluye a Alberto Fernández (a confirmar, a esta hora, según el programa), Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Jorge Capitanich, Omar Perotti, Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Uñac, y estrellas de variada dimensión como Roberto Lavagna, Facundo Manes, Javier Milei (que viene de animar una algarada de sus admiradores españoles de Vox junto a Victoria Villarruel).

Banda de candidatos y tres jefes de partido – PJ, PRO, UCR. Entre viernes y sábado habrá dos actos de campaña importantes. El viernes, en la Plaza del Agua, Manes participará de un encuentro de seguidores de su candidatura, en donde habrá locales, como Maxi Abad, legisladores nacionales y referentes como Ernesto Sanz.

Como es el día de cierre de listas para el partido, si hay lista única, se sumarán dirigentes del possismo. El sábado, Bullrich hará el suyo, con la intervención de legisladores que le responden y adherentes como Cristian Ritondo, Hernán Lombardi, Joaquín de la Torre, Javier Iguacel, el local Guillermo Montenegro y estrellas de la intelectualidad como Santiago Kovadloff.

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