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Javier Milei recibió de regalo Una temporada en el quinto piso, el libro del sociólogo Juan Carlos Torre que narra su experiencia en primera persona cuando trabajó en el Ministerio de Economía durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Torre era integrante del equipo de Juan Sourrouille, el entonces ministro de Economía del gobierno radical.
Esta misma semana Milei se dio justamente una vuelta por ese quinto piso, sacándose una selfie con el equipo económico. A diferencia de aquellos años ochenta, cuando ese grupo de economistas enfrentaba la desconfianza del mercado por un default y la falta de definiciones económicas del primer presidente de la democracia, el Ministerio de Economía experimentó estos días la situación contraria. Quienes frecuentan a Luis Caputo, vieron su imagen el miércoles parada delante de las seis pantallas de Bloomberg de su oficina, con la vista fija en los números verdes mientras el Congreso ratificaba el veto a la ley de financiamiento, o sea, la seguridad de un ministro de que al Tesoro no se le escabullía de la caja el ahorro (ajuste) de 0,21 p.p. del PBI en educación según estimó el IIEP-FCE.
El libro de Torre ya es bibliografía obligatoria en los alrededores de Plaza de Mayo. Llegó a las manos de los últimos cuatro presidentes argentinos. Su autor lo definió modestamente como “un manual para iniciarse en el arte de la decisión” pero como diría el Nobel Daniel Kahneman, cada lector confirmará allí sus ideas y sesgos. Mientras que para Cristina Una temporada… cuenta las presiones de los centros financieros que sufrió un gobierno argentino a través de los acreedores internacionales, el FMI y la Casa Blanca, para otros es la anatomía del naufragio de un intento de estabilización que empezó bien y terminó mal, sobretodo cuando Alfonsín cedió frente a los aumentos del sector público (la policía y los militares) y que Hernán Lacunza resumiera la semana pasada en una entrevista al diario La Nación con la frase: “Si los lunes aumentamos las jubilaciones, los martes las universidades y los miércoles los pilotos, el jueves subió la deuda y el viernes, la inflación”.
Quizá por todo esto Caputo y su equipo capitalizan lo del miércoles diciendo que ganaron aún más credibilidad. “Más de la que veníamos ganando”. Y que los legitima para seguir por la actual senda, básicamente que siga la desinflación y entren más dólares del blanqueo.
El economista jefe de la consultora Analytica, Ricardo Delgado, lo pone del siguiente modo. “Hay un convencimiento de los inversores de que hay un compromiso mayúsculo del Gobierno en bajar la inflación y eso significa en los fines prácticos retirar pesos del mercado, lo que decía el ministro Luis Caputo de que el peso se vuelva cada vez más escaso. Eso está pasando”.
Para los economistas de la consultora 1816, “el mercado la empieza a ver: con el nuevo escenario parece posible cubrir los vencimientos de deuda pública 2025 sin perder muchas reservas”.
En el quinto piso pasa todo, desde las reuniones de Caputo, las de su equipo y las transmisiones de streaming en un estudio montado en la ex sala de video desde donde analizan la coyuntura y transmiten por YouTube.
¿Se detuvo la desinflación como dijo el ex ministro Domingo Cavallo en su blog?
En el Gobierno aseguran que no. Un ejemplo es el 3,5% de septiembre que se conoció esta semana, el más bajo desde 2021. Creen que la demanda de dinero seguirá recuperándose, también la remonetización de la economía y que el IPC caerá aún más porque el Gobierno no sólo no se saldrá del plan fiscal-monetario sino porque “el dólar no se va a mover más en la Argentina”, refiriéndose de ese modo a saltos bruscos en el tipo de cambio.
De hecho, señalan en el Gobierno, una de las razones por las cuáles los economistas no vieron que la inflación bajaría tan rápido en diciembre-marzo pasado, fue que más allá del Bopreal y la tasa de interés, no tuvieron en cuenta que el Gobierno sujetaría el dólar como lo hizo. Así lo sostuvo Ricardo Arriazu en diciembre pasado cuando vio que se fijaba un crawl de 2%.
Esta estrategia cambiaria se reforzaría en 2025 según se desprende del proyecto de Presupuesto 2025 (estipula un aumento del precio del dólar de 1,41% mensual) y de lo que analistas e inversores escucharon de boca del Gobierno en un encuentro de JP Morgan semanas atrás en Nueva York (cuando viajó el Presidente a la ONU): el ritmo al que sube el dólar podría bajar de 2% a 1% y luego a 0. ¿Cuando? Más cerca de fin de año seguramente. Arriazu espera que lo bajen a 1,8% de acá a febrero señaló esta semana. El viernes el tipo de cambio oficial cerró en $ 998,50.
El Gobierno asegura estar más cerca de salir del cepo. No da precisiones pero dice que podría ocurrir ya sea porque bajar más el ritmo de devaluación o un nuevo acuerdo con el FMI con fondos extras suficientes para reforzar las reservas.
El capítulo con el Fondo se escribe en un apéndice aparte.
En primer lugar, y el staff lo sabe, el Gobierno tiene una mirada diferente sobre las consecuencias, la estrategia y el compromiso de fijar un monto para acumular reservas. Juntar dólares es el resultado de una política fiscal y monetaria explican en Economía, mientras que para el Fondo es una función de la recalibración del tipo de cambio sin incurrir en la manipulación o prácticas no ortodoxas como el dólar blend. El Gobierno no está dispuesto a comprar divisas y a cambio inyectar pesos en el mercado porque lo llevaría a un traspié en materia inflacionaria.
Segundo, el equipo económico festejó esta semana la decisión del Directorio Ejecutivo de bajar los sobrecargos de los intereses que paga la Argentina. El ahorro en 2025 sería de unos US$ 450 millones.
Tercero, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, retuiteó el viernes un posteo de Gita Gopinath, la número dos del FMI, con un link a una nota técnica en la que el organismo explica a sus miembros en qué casos está justificado que los bancos centrales intervengan en su tipo de cambio. “Cuando es probable que una fuerte depreciación cause no sólo un aumento en los precios sino de las expectativas de inflación”.
En el Gobierno creen que en el FMI existe todavía una mirada dogmática del instrumento cambiario y será un desafío a sortear en la próxima negociación. Piensan contar con una ventaja esta vez a diferencia de la época de Macri o Fernández. “Corregimos desequilibrios y no voló nada por el aire, no hubo un Remes Lenicov [N.E.: por el ministro de Economía de Eduardo Duhalde que salió de la convertibilidad y al poco tiempo dejó su cargo] como decían que tenía que haber y vamos a Washington con credibilidad”. En una semana Caputo estará en la Asamblea Anual del FMI.
Las críticas del organismo las conocen de memoria (pedirá por la calidad del ajuste, el fin del dólar blend y el atraso cambiario). El Gobierno responderá que Massa tenía dólar blend y no compraba dólares. “¿Por qué? Porque no había hecho el ajuste fiscal?”. Pero además dirán que es el propio Presidente quién respalda el plan y se involucra en economía. Una nueva temporada en el quinto piso.