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24 septiembre, 2024

El kirchnerismo pierde una pieza clave en la Casación Federal durante un 2023 que llenará ese tribunal de casos por corrupción

La jueza Ana María Figueroa presidirá el máximo tribunal penal del país, pero no integrará sus Salas ni votará en ninguna causa.

13/12/2022 19:43

Actualizado al 13/12/2022 19:45

La noticia judicial más importante en este martes felizmente intoxicado de fútbol y goles, es que durante 2023 el kirchnerismo no podrá contar con una de las juezas más cercanas a su filosofía en la estratégica Cámara Federal de Casación Penal, el tribunal más importante del país por debajo de la Corte Suprema de Justicia: la doctora Ana María Figueroa fue elegida presidenta de la Cámara para el año que viene, y decidió ejercer esa función de forma exclusiva. Es decir que no integrará ninguna de las cuatro Salas que revisan las sentencias de los ocho Tribunales Orales Federales, por ejemplo. Nada menos.

Tanto la elección de Figueroa como su autoexclusión para votar en la sala I, que integra naturalmente, fueron sorpresivas. Primero, porque se descontaba que el presidente de la Casación pasaría a ser el actual vice segundo, Hernán Borinsky, como es tradición en ese tribunal. Y segundo, porque la mirada de la jueza es minoritaria en ese cuerpo colegiado, uno de los habituales blancos de la ira de Cristina Kirchner.

Como presidenta de la Casación, Figueroa tendrá más funciones administrativas y representativas que jurisdiccionales: el titular de la Cámara no vota en ninguna de las Salas que tienen o recibirán sentencias que revisar o planteos que analizar como resultado de las apelaciones a resoluciones de la Cámara Federal porteña.

La ley otorga nueve competencias al titular de la Cámara Federal de Casación Penal: ejercer el gobierno de la jurisdicción -disponer de cuestiones operativas-, representar al tribunal, convocar a acuerdos ordinarios y extraordinarios cuando lo considere necesario, dirigirlos y decidir con doble voto en caso de empate las cuestiones administrativas, ordenar la instrucción de las actuaciones de prevención y de los sumarios administrativos, conceder licencias y designar reemplazantes, legalizar las firmas de los miembros del Tribunal, redactar el temario de los acuerdos plenarios y someterlo a aprobación, fijar plazo a los jueces de la Cámara para emitir opinión en los fallos plenarios -acuerdos extraordinarios que disponen cuestiones organizativas para toda la justicia federal- y designar las comisiones de trabajo necesarias para colaborar en el gobierno de la jurisdicción.

Aunque el rol es muy importante desde lo simbólico, ninguna de esas funciones es clave para poder resolver -apurar, retrasar o modificar- las causas que llegan al primer piso del edificio de la avenida Comodoro Py. Por cierto, el titular de la Casación es el superintendente de esa mole de cemento, quien dispone todo respecto de su mantenimiento, apertura, cierre y, por ejemplo, los vallados y custodias en los días en que puede haber manifestaciones frente a las escalinatas.

Para evaluar la importancia práctica de la presidencia, podemos referir la tarea del doctor Alejandro Slokar, actual presidente y el otro juez de la Cámara con un antecedentes más cercanos al kirchnerismo. En un año judicial muy caliente, Slokar no gravitó para modificar el rumbo de ningún expediente en favor de Cristina o sus ex funcionarios. Eso revela las limitaciones de esa función, pero también habla muy bien de Slokar.

Antes de que se agote el 2022, Ana María Figueroa aún puede estampar su firma en una resolución clave para la vicepresidenta: la eventual reapertura del caso por lavado de dinero Hotesur/Los Sauces, cerrada de modo controvertido y contranatura por el Tribunal Oral Federal 5 sin hacer el juicio oral que en verdad debía llevar adelante. Junto a los jueces Diego Barroetaveña y Daniel Petrone, la doctora deberá decidir si mantiene esa resolución o la anula y revive el caso más potente contra Cristina y sus hijos, atiborrado de pruebas que la comprometen.

Posiblemente Figueroa llegue a votar antes de asumir la presidencia de la Casación. Posiblemente, su voto -según sus antecedentes sería favorable a mantener sepultado el caso- no sea más que testimonial frente a una mayoría que decida lo opuesto. Posiblemente, esa mezcla de impotencia e incomodidad para entender en casos comprometedores para el kirchnerismo la haya decidido a dar un prudente paso al costado -o hacia arriba- en el 2023.

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